sábado, 8 de marzo de 2014

Dardos íntimos o 7.

Poco se habla de lo simple que podríamos llegar a ser si fuéramos simples, por suerte, seguimos calculando cuál fue el momento en el que nuestras influencias cósmicas decidieron hacernos tropezar al traernos vestidos más largos que los tacones, anillos que ya no hacen el plural o cartillas de nacimiento esperando despegar de aquella primera identidad. No somos simples en nuestra convención, y algunos creemos en la vida de Marte, que el sí prevalece al no, o que somos chispas esperando un cortocircuito mientras el opio lo toma quien lo ve todo obvio.

Dejar las ventanas bien cerradas no nos evita el desastre para el que también nacimos, los cigarros se apagan, los propósitos se olvidan y el desamor existe. Lo típico no apasiona y lo diferente se asemeja a la física que mueve nuestro aire, los espejos se rompen y lo platónico no te da seguridad, la exageración es momentánea y las ganas se matan bajo las mantas. Esa sensación de levitar, de romper la distancia de seguridad, esa aproximación de una boca que chispea hacia otra que ya se electrocutó, y qué simple parece todo mientras brillamos pegados, ya sea con las reservas que guardamos o con los corazones casa que barnizan nuestras esperas.

Deliberé con mi mar todo lo que el zodiaco no se atrevió a decir, por eso encajé que lo inolvidable sigue sucediendo, y que lo sucedido se pagó deudas que no existían. La libertad de poder bajar por una espalda como quien baja por unas escaleras blandas, esa libertad que a veces ocurre cuando nada más podía pasar, cuando el infinitivo se había convertido en un simple incondicional. No me hace falta equilibrio para mirarte, ni amanecer para madrugarte, solo que ésta escalera me inclina, y yo que sé, hacia tiempo que no corría sin cansarme, por pensarte:

Huele a café y anís,
es invierno en esta farola,
y ayer recordé cómo te conocí,
o mejor, cuándo te rocé sin conocerte,
es un placer pensé,
tú no pensaste hasta que empezó a llover.

Es Febrero en mi pelo,
y tú vuelves con un hacha de menos,
yo aquí con un par de ramilletes rotos,
con un par de letras desvestidas,
pensando que es verano en Urano,
que nadie tiene la culpa,
que las alarmas no sonaron por algo,
que tienes ese algo que produce confusión,
y que "tu confusión te la quito en un baile".

Todo lo que tenías que haber vivido entre mis piernas. Ana Barrero y Mauro Colomina.

Escribir a medias es algo así como compartir un poco el corazón.


Es como dividir la tristeza y ponerla encima de la mesa para que sepa un poco mejor.


Y con él ha sido como pedir una pizza y partirla por la mitad o bebernos una botella entera de vino, a kilómetros, pero juntos.


Nos ha quedado algo precioso y menos mal que ha venido a salvarme el domingo con su voz y un poco de poesía a medias.


Ahí va:


Lo más bonito de tu ropa era el momento en el que te la quitabas, la esparcías por la habitación y lo llenabas todo de amor.

Y lo peor de que llegaras era que después te ibas.

Y lo peor de que te fueras es que no volvieras, y yo me quedase sin lo que más me gustaba de mí, el contigo.

Cómo no te iba a querer si sacabas lo peor de mí para poner lo mejor de ti.

Solo me quedaba coserme la boca para no pedirte una noche más y tener que jurarte que me quedaría contigo en esa habitación empañando los cristales para dibujarte corazones.

Querernos más que menos y dolernos menos que más.

Despedirnos de la violencia del adiós y gritarnos en silencio que ya no hay guerras que luchar porque las cortinas están cerradas y estás dentro de mí.

Sospechábamos del tiempo que nos miraba de reojo y sonriendo y dudábamos de que los kilómetros al final supusieran el final; pero allí dentro, de mí, estábamos como en casa.

Como en una utopía permanente de cielos claros y soles de verano.

Tu voz era mi abrigo; tus ojos la casualidad más bonita de mi vida.

Pero lo peor de que llegaras era que después te ibas.

Y lo peor de que te fueras es que no volvieras.

Y que yo me enamorara hasta de tus miedos, que me jugara mi sonrisa contra el destino y que no me importara perderla en un cara o cruz.

Porque siempre fuiste eso: un cara o cruz; una caricia o un portazo; un pares o nones poniendo mi corazón en juego y mi mano sobre el fuego.

Y perderlo todo.

Y continuar sangrando aún sabiendo que no tengo ni una maldita excusa para quedarme a tu lado, ni un jodido perdón por tu parte,

Y darme cuenta de que uno más uno no era igual a nosotros.

Y que por perderte me haya perdido a mí, no te lo perdono;

No te perdono haberme empujado a quererte sin remedio y a saltar por un precipicio aún sabiendo que no llevaba paracaídas.

Te habría follado a poesía hasta quedarme sin palabras, pero ya me ves; ahora solo sé escribirte y poner un punto y final a algo que ojalá no hubiera terminado nunca.

No me quedan fuerzas,

ni ganas,

ni lágrimas para decirte adiós;

solo voy a escribir todo lo que deberías haber vivido entre mis piernas para que te des cuenta del mundo que te has perdido.

Nuestra primera vez, y espero que no la última.
Un poema a medias es más poema, os lo digo yo.


Tengo un gracias que no me cabe en la boca.

domingo, 26 de mayo de 2013

5

El amor no está en el otro, está dentro de nosotros mismos; nosotros lo despertamos. Pero para que despierte necesitamos del otro. El universo solo tiene sentido cuando tenemos con quien compartir nuestras emociones. No es fácil pensar que se acabó. Que los momentos vividos, con sus miradas y caricias correspondientes y sus sonrisas espóntaneas no volverán. Que acabaron las emociones que salieron a flote en un determinado momento, aceptarlo no es fácil, no. Pero es así y en eso estamos de acuerdo. No digo que sea lo último que voy a sentir, no. Pero que nada será igual es un hecho.
Y es que, dia tras dia, trato de convencerme a mi misma de que tengo que dejarte a un lado, dejarte atrás. Olvidar todos esos momentos compartidos, esos recuerdos que me hacen tanto y tanto daño. Cuando llevo parte del dia sin pensar en ti, intentandolo al menos, algo viene a mi y me hace volver a ti, un perfume por el pasillo, una camisa en otro, un lugar, una cancion, alguna frase o incluso risas parecidas. Si pudiera meteria cada uno de esos recuerdos en una botella de cristal y los tiraria al mar. Que las corrientes decidieran un paradero fijo. Un viaje de ida. Sin vuelta atrás. Ni un solo pensamiento deja de tener tu nombre. Y ahí estás tú, ajeno a todo esto, y digo ajeno, porque es lo que has decidido. No comprendo como puedes dar pasos hacia delante sin acordarte de mi y yo sentir todo esto que siento. ¿Cómo puede ser tan diferente cuando hemos vivido la misma historia los dos, juntos?
Explicame como lo haces, porfavor explicame. No voy a recriminarte nada, no voy a reprocharte ni a echarte en cara, ni si quiera me enfadaré. Solo dime como puedo hacer que lo nuestro nunca sucedió, como lo haces tú, que lo nuestro fue producto de la imaginación. Dime que pasos he de seguir para ser tan ajena a esto como tú. Y es que hay pequeños detalles en la vida que nos hacen sonreir, lo malo de todo esto, es que la mayoria de las cosas que nos hacen sonreir, provienen de las cosas que nos hacen llorar.

4

Quiero levantarme por las mañanas y ver tu cara nada más abrir los ojos, quiero que me llames todos los días, que te preocupes si no estoy bien, que me preguntes, que me llames princesa, que me abraces, que me beses, que te pongas celoso de otros chicos, quiero tenerte cerca, que intentes hacerme reír, que te mueras por verme todos los días, que no llegues tarde, que salgas únicamente para verme a mi, que no dejes de lado a tus amigos por mi, que vivas cada día como si fuese el primero, que me digas te quiero cuando lo sientas, quiero vivir un sueño, nuestro sueño.  

3

Llámame cuando te sientas solo. Cuando necesites oír un te quiero. Cuando necesites un abrazo, o unos labios a los que besar. Llámame cuando eches de menos las tardes frías por las calles y unas manos heladas en tu mejilla o cuando eches de menos mis mensajes en tu móvil. Llámame cuando necesites descargar tu ira con alguien. Llámame cuando necesites contarle a alguien tus rayadas, o cuando necesites oír 'no te rayes  por ellos, tú vales mucho más de lo que dice la gente'. Llámame cuando me eches de menos a mi, llámame cuando quieras que alguien te despierte los sábados por la mañana porque necesita hablar contigo. Cuando no tengas en quien pensar cuando te acuestes, o cuando no tengas con quien acostarte. Llámame cuando necesites despreocupar a tu gran ego. Cuando necesites que te digan lo guapo que vas, y lo precioso que eres. Llámame cuando necesites oír que eres lo mejor que pasó en mi vida y cuando eches de menos que te echen de menos. Llámame cuando quieras recordar viejos tiempos y llorar de felicidad. 
Pero sobretodo, llámame sin elle.

domingo, 3 de marzo de 2013

2

Una auténtica princesa, siempre sonríe ante la adversidad, nunca está de vacaciones. Las princesas tampoco alzan la voz más allá de los demás. No se sacan las bragas de sus partes traseras más nobles en mitad de la vía pública y aún menos se muerden las uñas ante los nervios. Tampoco les queda resto de tomate en sus majestuosas barbillas cuando terminan de comer macarrones, ni bostezan si se aburren, como mucho, sueltan un leve suspiro. Su pelo tiene el tacto del algodón de azúcar y sus ojos siempre irradian alegría, más andan como si estuviesen pisando almohadas de plumas de oca. El glamour nace con ellas y las auténticas princesas nunca lloran, guardan sus lágrimas en su baúl de cristal, al lado de todas sus penas, no son heroínas pero tampoco débiles. Son independientes y aunque comparten palacio con otras princesas crean su propio universo sin salir de sus aposentos. Siempre llevan su corona, hasta para ir al baño. Están destinadas a encontrar su media naranja y a ser felices, porque ante todo una verdadera princesa, cree en el destino.

1

Pequeño, te escribo todo esto para que sepas todo lo que siento cuando te tengo cerca, cuando me hablas e incluso cuando me miras. Son un conjunto de sensaciones que me hacen volar, me llevan a sitios increíbles que solo tu has conseguido hacerme disfrutar de todo esto.
Siento la necesidad de estar contigo a todas horas, hablando, picándote , haciéndome rabiar... que pienso hacer cualquier cosa por verte siempre feliz, por verte sonreír. Que quizás no estés bien un día y que sientas que te derrumbas, que no puedes seguir, pero yo estaré a tu lado, dándote razones y motivos por los cuales seguir adelante, seré como tu mayor soporte, mi objetivo es hacerte feliz y que te levantes cada día con un propósito, que te de igual todo el mundo, que pienses en ti y en mí, en las cosas que te hacen feliz, que estoy contigo para lo bueno y para lo malo, que disfrutaré a tu lado tus mayores logros y en tus mayores fraudes estaré para decirte que eres el mejor, que eres mi motivación de cada día, eres mi sonrisa, mi pensamiento... que para mí todo es nada si no estás conmigo.
Que eres mi alegría de cada día y quiero hacerte feliz a cada segundo que pasa.
¿Sabes qué es lo triste de todo esto? Que nunca leerás esto, que nunca llegará este papel a tus manos, que no quiero que lo sepas textualmente, si no que quiero demostrártelo cada día. Ya no me queda nada más por decirte. Te quiero.